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Sultans of Swing

Mantener el ritmo a lo largo de las vueltas que demanda la exigencia de la carrera es la clave para llegar al éxito. Los ganadores en el GP de Catalunya, así lo demostraron.

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El locutor Francisco “Ces” Vila es conocido en el ambiente motociclístico español por ser “la voz del estadio” cada vez que se desarrolla un Gran Premio de MotoGP en España. Su función de animar a las tribunas puede notarse en Jerez, en Aragón, en Valencia y también en Barcelona. Cuando “Ces” no está describiendo lo que pasa en pista, con un toque de entusiasmo para levantar el ánimo de los espectadores, los altoparlantes emiten música. Esa música es elegida por el propio Francisco Vila, y es “ochentosa”, con temas de Queen, AC/DC, Kiss, A-ha o Dire Straits que nunca pasa de moda. 

En el Gran Premio de Catalunya de este fin de semana, un importante puñado de 19.300 espectadores tuvieron la fortuna de estar en las tribunas, por lo que “Ces” Vila se encargó de arengar a los fanáticos y musicalizar el ambiente cuando los motores se silenciaban.

La carrera de MotoGP tuvo un ganador inesperado. Porque el tibio resultado conseguido por Miguel Oliveira en clasificación, cuando puso cuarta a su KTM para la grilla, se transformó en un dominio contundente a partir que tomó la delantera. Por más que Fabio Quartararo le demostró por momentos el potencial de su Yamaha al obtener la quinta Pole Position consecutiva, el portugués recuperó la vanguardia y tuvo el ritmo necesario para ganar sin sobresaltos. 

Johann Zarco también cuidó el ritmo como para que sus neumáticos aguantaran hasta el final y tener cierto resto para atacar. Al francés le faltó una vuelta para darle caza al puntero y concretar aquel tan ansiado “backflip” con que acostumbró a todo el mundo cada vez que se impuso en Moto2. 

Pero por más que haya logrado otra vez una vuelta récord en clasificación, Quartararo no pudo implementar un ritmo de carrera como para pelear por la victoria. No largó bien (como casi siempre) y desde el sexto lugar apretó hasta llegar a la delantera. Lo superó a Oliveira pero no le alcanzó y, cuando se dio cuenta, su ritmo irregular le pasó factura con un excesivo desgaste del neumático delantero. Por otro lado, un incomprensible percance con el cierre frontal de su mono hizo que, a poco del final, el francés debiera desprenderse de la pechera protectora y seguir con el cierre bajo hasta la cintura, en una situación que mereció una sanción por parte de Dirección de Carrera. 

El francés fue el gran perdedor de Catalunya, porque además de quedarse sin ritmo, cuando quiso defenderse del ataque de Jack Miller cortó camino en la curva 2 y le valió un primer recargo de 3 segundos, mientras que 5 horas después de terminada la carrera (¡cinco horas!) Dirección de Carrera le aplicó otros 3 segundos por el tema del cierre (cuando lo ideal hubiera sido Bandera Negra al instante). “Las carreras son peligrosas por definición, todos los sabemos y los pilotos lo asumen. Lo imperdonable son las negligencias, precisamente porque se pueden evitar”, dijo el colega Raúl Romojaro en el diario As, y lo de Quartararo (visto desde el punto de vista de las dos partes) fue negligencia. 

Miller supo de inmediato que no tenía potencia en su Ducati para contrarrestar la velocidad de la KTM de Oliveira, por lo que también implementó un ritmo que le permitió llegar con chances de podio y lo consiguió. 

Diferentes ritmos utilizaron Joan Mir y Maverick Viñales durante las vueltas de carrera, y eso quedó evidenciado en sus resultados. El de Suzuki llegó a estar segundo para luego caer al quinto puesto y el de Yamaha se vino desde atrás y le alcanzó para terminar sexto en pista. 

Sin poder demostrar sus ritmos quedaron fuera de la lucha: Marc Márquez, Valentino Rossi, Pol y Aleix Espargaró, Danilo Petrucci e Iker Lecuona, ya que se cayeron y no pudieron terminar. 

Por eso, los verdaderos ganadores de Barcelona fueron quienes no se dedicaron a ‘rockanrrolear’ ni volver a la época de los lentos, sino que aplicaron el ‘swing’ justo para llegar hasta el final, subir al podio, ser felicitados por el público (arenga de “Ces” Vila mediante) y trepar en la tabla provisional para sumarse a la lucha por el título. 

Moto2 cerró una programación para Catalunya que se modificó para que MotoGP no compartiera horario con la F1 desde Baku, Azerbaiyán. Lo que no se modificó en la clase intermedia fue el ritmo demoledor de los integrantes del equipo Reb Bull KTM, ya que el líder provisional Remy Gardner volvió a imponerse (fue su segunda victoria consecutiva) por delante del ‘rookie’ Raúl Fernández, quien a esta altura ya está convertido en un auténtico candidato a la corona. Junto a ellos, en el podio de Barcelona, un catalán de pura cepa, Xavi Vierge, uno de los dos locales que pudieron festejar en casa y con su gente. 

Pero si hablamos de ritmo, lo de Moto3 fue sencillamente estrepitoso. Fueron 21 vueltas a puro vértigo, con un lote de quince máquinas que se disputaron la victoria en cada sector del circuito e imprimieron imágenes como las vistas al final de la recta principal, con 7 (¡sí, siete!) motos a la par y otras cinco en una segunda línea estirando el frenaje hasta las últimas consecuencias. La carrera la ganó Sergio García (segundo triunfo del año con la Gas Gas) por apenas 15 milésimas sobre el local Jeremy Alcoba y 79/1000 sobre Jaume Masia; aunque el podio “todo español” se alteró por el recargo de una posición al tercero, por salirse de los límites de la pista en la vuelta final. Su lugar en el último escalón lo ocupó el turco Deniz Oncu, en una clasificación final donde los diez primeros quedaron encerrados en menos de un segundo. Aquel lote multitudinario que predominó durante la carrera se vio fragmentado en la última vuelta ante la caída de Izan Guevara y el ‘strike’ en las curvas finales protagonizado por Xavier Artigas y Dennis Foggia, quienes arrollaron en su caída al japonés Ayumo Sasaki, afortunadamente sin graves lesiones físicas. 

Párrafo final para una conclusión. Si soñar con viajar a Barcelona para presenciar el GP de Catalunya cumpliendo todas las normas sanitarias posibles puede sonar descabellado; pagar un puñado importantes de dólares por el pasaje tal vez resulte muy oneroso; y gastarse otros tantos euros para un par de días de estancia en el extranjero también sea excesivamente costoso; amenizar desde la tribuna con buena música entre tanda y tanda mientras se oye ‘Sultans of Swing’ por los altoparlantes… ¡no tiene precio!

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