Fuera de Fabrica

«Tratamos de trabajar a conciencia y darle ese toque de calidad»

Publicado

el

«Dibu» Hernández, propietario del taller Dibu Style, es uno de los pintores aerografistas argentinos que no solo realiza trabajos destacados a nivel internacional, sino que su obra también es de exportación.

Dibu Hernandez

«Dibu», como lo conocen en el ambiente, empezó con su propio taller a mediados de los noventa, donde sus principales clientes eran propietarios de los «muscle car» de Argentina. «Mi primer taller de aerografía lo abrí en 1994/1995 y pintaba autos como Chevy, Falcón, Torino, que era algo que se usaba mucho. Pero siempre estuve conectado con las motos, porque es una pasión para mí y siempre me gustó».

Estos trabajos sobre vehículos clásicos y antiguos también se trasladó a las dos ruedas, para posteriormente dedicarse mayoritariamente a trabajos más personalizados. «Pinté muchas motos inglesas para clubes de motos clásicas, laburaba con talleres que restauraban y yo hacía la parte de pintura. Ahora trabajo para muchos talleres que hacen customización y por ahí no tanto con los que hacen restauración».

¿Dejaste de pintar motos clásicas?

«De vez en cuando siempre llega alguien para restaurar alguna moto de los ochenta o eventos como Autoclásica. Ahora me dedico mucho a lo que es el estilo trucker, flac track y todo ese segmento que está muy de moda».

¿Te gusta más hacer trabajos personalizados?

«Está bueno porque también es una tendencia en pintura customizada, al no ser motos de serie le van cambiando el diseño. Lo que tiene de bueno, más allá de que esta todo ‘inventado’, es que hay que encontrarle la vuelta de tuerca para que por ahí tenga tu impronta o la del taller mismo. Entre las marcas que realicé trabajos se encuentran Triumph, Harley-Davison, etc. El motociclismo abarca muchos segmentos, hay mucho paño para cortar».

¿Qué características tienen tus trabajos?

«Yo no firmo los trabajos porque, primero, no soy un artista y segundo porque es la moto de un cliente que paga por la pintura y tal vez no es agradable que le firmen. Si me lo piden lo hago, pero sino no. Pero siempre hay una vuelta de tuerca que se diferencia de otros diseños. Le doy mucha importancia a darle ese punto que sea fino, delicado, bien hecho. Tratamos de trabajar a conciencia y darle ese toque de calidad. Entre los pintores nos damos cuenta que pintó cada uno».

Para alguien que no está en el tema, ¿cómo se da cuenta si un trabajo está bien hecho o no?

«Pasa por un tema, quizás, de prolijidad en la forma de aplicar los productos, la terminación en general. Por ejemplo, hay trabajos que pueden tener una excelente terminación de laqueado, lustrado, pulido y demás pero quizás en el paso intermedio hay filtraciones y cosas que un pintor se da cuenta o el mismo dueño al pasar el tiempo, y de tanto verla, le encuentra cositas».

«Te das cuenta cuando está bien pintado; no tiene ‘piel de naranja’; está lustrado hasta el último lugar donde no se ve;  el material es bueno y perdura en el tiempo; etc. Cuando trabajas con materiales buenos, de calidad, es como la combinación perfecta: material bueno y mano de obra buena, el resultado es óptimo. Sobre todo teniendo en cuenta que uno se posiciona por su trabajo, la mejor publicidad es el mismo cliente que ve que el laburo es óptimo».

¿Cuál fue el laburo más loco que hiciste en una moto?

«Pinté de todo: triciclos; también otra moto -que ahora está en Córdoba- una Harley-Davison Electra Glide toda como si fuera la bandera estadounidense, etc. Recientemente me trajeron de una agencia una moto de 110cc, le dije que a mi no me importaba si era una Harley o una moto china pero cobraba lo mismo, porque mi mano de obra y los materiales son los mismos. Yo tengo el mismo trato con todos, por eso acepto cualquier tipo de modelos, no tengo restricciones».

¿En qué trabajo  que todavía no hiciste te gustaría dejar tu sello distintivo?

«La verdad no sé, gracias a Dios me siento un privilegiado. Inclusive, me mandan motos de otros países para pintar, ahora estoy en tratativas por una moto de Los Ángeles, California´, una Harley-Davison de esos estilos chicanos, el que más me gusta a mí. Si bien en Estados Unidos hay muchos pintores, de los cuáles miro mucho sus trabajos, y que de pronto me traigan una moto de allá, y hasta incluso esos pintores me sigan a mí en las redes sociales o me compartan sus trabajos y plataformas, es como un premio».

«Está buenísimo que te vean de afuera o cuando subo alguna foto por Instagram y me escriban desde Estados Unidos preguntándome dónde tengo el taller. Eso es bueno porque quiere decir que estamos a ese nivel, acá en Argentina hay muchos pintores que trabajan en talleres que están a nivel internacional».

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Salir de la versión móvil