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No hay 2 sin tres…

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Hace unos días me invitaron a probar una moto eléctrica de competición. Una “pura” de Cross o Enduro. Y dije “no, paso”.  ¿Estaré enfermo? ¿Será grave? Pero la realidad es que temí sentirme montando un camello

 

Ya un par de veces en mi vida había pasado por no quererme subir a una moto. La primera fue cuando me ofrecieron de probar un pequeño modelo de 110cc al que publicitariamente llamaron “la Trail Urbana”… Claro… yo la miré y pensé que para ella “el cordón de la vereda sería un enorme obstáculo”. Entonces dije “gracias, yo paso y así nunca probé la “POP”, una moto de 110cc con las prestaciones de “una 110cc” y la publicidad que intentaba hacernos creer que era la heredera de la Transalp. Y recuerdo que incluso en mi crítica aclaré que no la había probado no porque “yo no subiera a una moto de 110cc” (he usado hasta 48cc). Sino porque no me plegaba a una publicidad netamente engañosa… Y fue extraño. Ese producto duró muy poco en el mercado. Así que era evidente que mucha gente pensó como yo que nunca una moto de 110cc podía ser considerada una “Trail Urbana” en especial porque no tenía nada que hiciera pensar en ello más allá de una publicidad que lo aseguraba.

 

Luego, la segunda vez que dije “paso, no gracias”, fue en la ciudad de Córdoba. Un muy conocido piloto que ha competido muchos años en el IOMTT me ofreció que fuera a dar una vuelta en una VMax modificada. De por sí la VMax es petiza, gorda y muy pesada. Pero esa en especial era aún más pesada y más ancha. El agregado de un turbo, el intrincado pero hermoso juego de tubos para instalarlo y algunas cosas más que le hicieron. Me parecían dignos de por ejemplo probar su reacción en una autopista como la que va a Carlos Paz… Pero para ello yo debía salir desde un local ubicado en el centro de la ciudad, transitar por avenidas y “comerme” todo el tránsito de la hora de los Bancos… Había “demasiados semáforos en mi camino” y ello requería que no la acelerara… Me habían aclarado que en cuanto el turbo cargaba era incontrolable.

 

Pero aun así, en ese momento yo solo quería sentarme en esa VMax y sacarla a la vereda. Y en ese momento fue que descubrí que no podría conducirla. Me senté, hice el clásico movimiento que todos hacemos siempre para enderezarla y levantar la muleta… Y no se movió.

 

Parecía que estaba soldada al piso. De inmediato miré la muleta a ver si no tenía un tornillo que la fijara al suelo. Era bien conocida la trayectoria del anfitrión gastando bromas pesadas (como la vez que me alistaron una CBR600 de circuito, me la entregaron “lista para partir”… Pero me dejaron en el tanque solo combustible para 1.000 metros).

 

Así que sospechando otra de esas “bromas cordobesas”, le pedí que me la sacara a la vereda mientras yo buscaba mi casco… Tomó la moto, la sacó y la dejó delante de mí en la calle.  Ahora yo estaba seguro de que no había bromas. Me senté y moví mi pie hacia la muleta mientras la enderezaba… Pero nada nuevamente

Tuve que “hacer fuerza” mucho más allá de lo normal… Era muy petiza, muy gorda, la pierna quedaba muy alejada como apoyo… Y ese monstruo de caballos nunca comprobados, también tenía muchos kilos de más… Tampoco comprobados.

A la tercera la moto estuvo ya derecha. Antes de plegar la muleta decidí practicar un par de veces el enderezarla… Y me costó mucho. La bajaba y no podía volverla a enderezar. De pronto me miran y salen a ver cuál era mi problema… Y ya sabiendo que no había bromas dije “es muy pesada y no la puedo enderezar”. A lo cual me confirmaron que varios tuvieron el mismo problema.

 

En ese momento comencé a pensar en el recorrido hasta la autopista. En el caótico tráfico del mediodía en el centro de la ciudad, en los semáforos… Hasta en “la Cañada” pensé. Y encendí el motor y en lugar de tomar la calle, la metí derecho dentro del local (como precaución nunca plegué la muleta). Me había dado cuenta que mis rodillas tenían un límite. Y ese límite podía hacer que terminara apoyado en un semáforo contra un auto con una moto que no podía dominar “mientras estaba detenida”.

 

Esa fue mi segunda vez…

 

Y como dicen que “no hay 2 sin 3”, el otro día me ofrecieron que probara la VARG. La moto eléctrica de 80HP y apenas poco más de 110 Kilos.  Las miré. Vi la altura de su asiento, me di cuenta que era en altura similar a una KTM640 y en un momento junto a ella me di cuenta que la altura del asiento era más parecida a la 990Adv equipada con el LC8, que a la hermana menor monocilíndrica. Y en ese momento, haciendo gala de mi mejor forma de disimular probé su peso… inexistente. La tomé del manubrio y del asa trasero y era genial sostenerla… Y sin que los presentes se dieran cuenta le pedí a mis viejas rodillas que me mostraran cómo podría subirme.

 

Bueno, desde ese día no me hablo con una de mis rodillas. La muy desgraciada sencillamente dijo “yo hasta allí arriba no te mando” y me dejó sin apoyo… Nadie vio el extraño movimiento que hice… Y si alguien lo vio habrá pensado que estaba comprobando la compresión de la horquilla porque casi caí sobre el manubrio y me comporté como “probando cuanto prensa”…

 

Claro… en 2 meses cumplo 65 años… Ya no es lo mismo… Ya no soy “el pibe que con más de 55 llevaba a mi pareja a 110Kmh viajando por la RN-40 montados en una XT1200Z “SuperTénéré” equipada con todos los baúles llenos con las cosas que las mujeres llevan a esos viajes (o sea las 3 maletas con sus cosas y el bolsito sobretanque con las mías), rumbo a San Antonio de los Cobres sobre “ripio y serrucho” como si estuviéramos en una autopista…

Voy a tener que reconocer que algunas motos ya no son para mi… Me parece que el cómodo asiento de las cruiser (tengo aun una Virago y una VLX) deberá reemplazar la diversión de las maxi-trail.

Y estoy seguro que la voy a disfrutar… mientras esté en movimiento. Luego lo mejor sería detenerme cerca de un árbol, una pared o algo donde pueda apoyarla esperando que vengan a sostenerla mientras otros “me ayudan a descender”…

 

Y en se momento me di cuenta que existió otra oportunidad en la que no debía haber montado… Pero que lo hice y me arrepentí luego: En Giza monté un camello para recorrer el desierto por detrás de las pirámides… y lo sufrí como nunca había sufrido.

 

A ver…  seamos claros. ¿Hablamos de motos o de camellos? En realidad, amigo lector, hablamos de cosas que uno haya montado y luego se haya arrepentido o no haya podido controlar. Y me parece que un camello o un dromedario se encuadran exactamente igual que un alazán o un tordillo medio retobados. E incluso mientras usted está pensando en todas las cosas que montó en su vida y que no debería haberlo hecho… también piensa en las que hubiera querido montar y no pudo (o no lo dejaron).

 

Yo, por mi parte, me conformo con haber montado algunos vehículos muy potentes (702HP es mi récord sentado ante el volante de un Pagani con un AMG-V12), algunas motos muy bonitas y un camello con el que durante tres cuartos de hora estuve putéandolo en español… Y él solo entendía árabe.

 

Pero “lo eléctrico” tiene un nuevo y extraño sabor… Potencia sin sonido. Hace poco me senté en un Mustang MACH-E y tomé la ruta desde Buenos Aires hacia Córdoba. Mi idea era en un par de días viajar “totalmente en silencio” y debido a que uso mucho EVs ya me resulta algo normal no tener que hacer cambios ni tener sonido de motor… Y claro… El caballito en la trompa me invitaba a pisarlo. Y en el lugar ideal (aunque no correcto) hice lo que todos sabemos hacer… lo llevé hasta el límite.

 

Toda la vida, aceleraras lo que aceleraras… Una Juki de 48cc o una Hayabusa tienen sus propios desafíos. El sonido acompaña a la potencia. Ir “a fondo” en una Juki por una calle llena de pozos es mucho más peligroso que acelerar una R1 escuchando los escapes “TwoBrothers” de acero y titanio. Llegar al final del velocímetro en una ZX14 (ZZR1400) es tan placentero como hacerlo en una Rumi Formichino de 6.5HP y las velocidades iniciales no están muy lejanas (ambas parte desde cero Km por hora). Ahora… conducir una Renoleta 4S por caminos de ripio es mucho más peligroso y ruidoso “a 80” que viajar con mi pareja en la “SuperTénéré 1200” por la montaña a más de 120.

 

Y ahora… Una cross pura sangre eléctrica me deja junto a ella mientras con indiferencia me ignora… Se hace la bonita porque sabe que me dijeron que acelera como nadie. Tiene esa arrogancia que algunas motos eléctricas están demostrando de creerse más rabiosas que una buena 2T. Bueno… 0 a 100 en menos de 3 segundos les permite ponerse un poco arrogantes.

 

Así que Si me bajan las suspensiones o me ponen un banquito para subirme… La podré probar

Pero dicen que el problema de las motos eléctricas de alta performance es que una vez que las probás te comienza a gustar… Demasiado

 

¿Me estaré volviendo medio raro? ¿Me estaré convirtiendo en una de esas personas que olvidan años de amor a la que hemos montado toda la vida, para convertirnos en afiebrados por la velocidad en silencio? ¿Cómo explico ahora tantos años de escapes ruidosos? Yoshimura, Akrapovic, TwoBrothers y tantos otros por los que uno se desvivía hasta instalarlos. Vecinos que sabían que yo estaba llegando a mi casa 3 cuadras antes de doblar en la esquina…

 

¿Adónde ha ido a parar el rudo “motero” que cortaba los escapes con la amoladora, ponía una abrazadera y lo prolongaba “directo” hasta la cola? ¿Dónde iremos a parar si no podemos usar un “Cuatro a Uno”?

Eléctrica, silenciosa, liviana y con la aceleración de un jet de combate. Pero demasiado alta para mis viejas rodillas. Creo que la tercera es la vencida. Está bien, me rindo. No subiré y no probaré la VARG de StarkFuture. Pero les juro que durante años estuve esperando motos que tuvieran esta reacción, que estuvieran libres de vibraciones, que tuvieran todo lo que la VARG tiene…  Y ahora, que estoy ya medio viejo (¿medio?), pasado de peso y casi sin rodillas…  ¿Ahora aparecen?

 

Aunque…

¿Alguien tiene una de esas escaleritas de cocina para llegar a la alacena que me preste?

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El sentido de la vida, el Universo y todo lo demás (Don´t Panic)

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A veces los números son los que nos mandan. Nuestra vida se llena de números a aprender y no podemos evitarlo. Cuando en “Guía del Viajero Intergaláctico” al supercomputador “Deep Thought” se le preguntó cuál era el sentido de la vida, el Universo y todo lo demás… Luego de pensarlo un poco (7.5 millones de años) Solo respondió “42” a partir de ese momento el 42 se sumó a la lista de los “números famosos”.

Así comienzan algunos números… Luego uno va aprendiendo otros como los Siete Magníficos; Alien el octavo pasajero; El Quinto Elemento; 1941 (genial comedia); 8 y Medio… Y así llego a un número que a mí, en éstos días, me cambió la vida: 20

20 el resultado de restarle 26 a 46.

46 es un número que para todos los que alguna vez subimos a una moto es mágico. El número te entra en la cabeza y te la taladra hasta que te compras alguna remera (T-Shirt/sudadera) que diga 46 o un buzo… o aunque sea un calco (pegatina) para ponerle al auto… O al casco… O en la ventana de la oficina. ¿Pero y el 26 qué es?

Nadie puede dejar de relacionar a Valentino con el 46… Bueno. Algunos sí lo hacemos y pensamos en un simpático “abuelito” que hace décadas usó ese número y aun hoy en día sube a una moto y también hace que la piel de ponga “de gallina” (o “de pollo” según dónde lea usted esto). Pero nadie deja de relacionar al 46 con Rossi.

Y este año Rossi no estará. Comienza ya el MotoGP y por primera vez en la mitad de mi vida, Valentino Rossi no está. Y no porque tuvo problemas y no larga. No está porque no está más. Valentino no está.

Valentino en un mes estará largando en el GT World Challenge abordo de un AUDI.

¿AUDI ahora hace motos? No. AUDI hace “AUDIs” y Valentino una vez más subirá a un auto solo para mostrarse a él mismo que puede hacerlo.

Vale no está. Están todos menos él. Pasaron muchos y perdimos algunos. Y por primera vez en muchos años me sentaré a mirar una carrera y mi esposa no me preguntará “¿Valentino cómo larga?” (Gisela siempre preguntó eso y luego, más tarde pregunta “¿Cómo terminó Valentino?”).

Y por eso 20 es para mí ahora uno de los números que se suman a los que he aprendido a memorizar en mi vida. No tiene relación con nada. Es como ese 42 en una novela de Sci-Fi (Convertida en programa de radio, luego de TV y finalmente en una gran película). Nadie sabe de dónde surge ese número ni el motivo ni porqué ni qué significa. Y para mi… 20 es lo mismo.

No creo les interese el dato. Pero 20 es el resultado cuando al número en la moto de Valentino le restamos un número mágico: 26

¿Portela, estás crazy? Dicen los lectores. Primero decís 20, ahora decís 26… ¿Qué es 26?

26 fueron los años que estuvo sobre una moto en las distintas categorías del Mundial

Por eso voy a aprender a memorizar el 20… Porque 46-26=20 El “cuarenta y seis” durante “veintiséis años” nos alegró la vida. Nos llenó el corazón de pasión. No regaló una sonrisa mientras él tomaba una gallina de plástico, se colocaba una “sudadera” pintada… O lo que fuera que hiciera.

Y no me importa recordar 125cc, 250cc, 500cc, 1000cc, 115 victorias, 235 podios, 199 podios en MotoGP, 1997, 1999, 2001, 2002, 2003, 2004, 2005, 2008, 2009, la última ganada en 2017, la última pole en 2018, el último podio en 2020… Ni el 14/11/2021 como el día del adiós…

20 es solo para acordarme que “el Doctor” estuvo 26 años dándonos cátedra y alegría a todos.
20 es solo para que todos sepamos que para muchos, 26 años fue una enorme parte de su vida.
20 es solo para que todos podamos valorar lo que Valentino hizo
20… Gracias por todo. Por el 46 y por los 26…

Valentino no está más. Don´t Panic.

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Nosotros no encendimos el fuego

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Noche de un día de semana. Me siento cómodamente frente a mi computador y comienzo a leer la columna de opinión de Ernesto Cannonli aquí en PromotoNews.

Ricardo Galvagni en la tapa de la desaparecida revista El Gráfico

¿Por qué siguió el show? Pregunta interesante… mientras la leo, mi equipo de música reproduce un tema de Billy Joel: “We Didn’t Start the FireNosotros no encendimos el fuego«)”. Y de pronto comienzo a comprender aún más lo que Cannonli escribe. Comienzo a entender “lo que no escribió”. Lo que en sus palabras está para quien quiera entenderlo, pero que no lo verás en la pantalla mientras leas.

We didn’t start the fire
It was always burning, since the world’s been turning
We didn’t start the fire
No, we didn’t light it but we’re trying to fight it.

No comenzamos el fuego
Siempre estaba ardiendo, desde que el mundo ha estado girando
No comenzamos el fuego
No, no lo encendimos, pero estamos tratando de combatirlo.

Nosotros no encendimos el fuego. Las carreras son desde siempre una pasión desenfrenada que nos calienta la sangre. Sean en un circuito, en las rutas de una isla en el Mar del Norte, en las cálidas arenas de California o en un embarrado recorrido en la Tierra del Fuego, las carreras siempre estuvieron y estarán.

Y ese es el primer problema… ese fuego que nos calienta la sangre a veces se cobra vidas. Pagamos un muy alto impuesto por disfrutarlas. El precio por tener caliente nuestra sangre es muy alto. Pagamos con algunos de los mejores. Solo el IOMTT (Isla de Man) se ha llevado cerca de 280 vidas. Pero “el mundial” como ahora conocemos al viejo «Continental Circus» también nos cobra este caro peaje. Desde 1940 hasta la fecha 104 pilotos no salieron con vida. Tal vez todos pensamos en Marco (Simoncelli) como el “más reciente” (¿reciente? ¡¡¡Ya son 10 años!!!). Tardaremos mucho incluso en aprender a pronunciar “Dupasquier”… Y lo peor es que muchos ni lo aprenderán.

Y mientras Billy siguen enumerando los eventos importantes en el mundo durante toda su vida, yo comienzo mentalmente a reemplazarlos por pilotos. La canción narra hechos desde 1949 hasta 1989. Y así, desde Harry Truman hasta la imagen del joven estudiante parándose delante de un tanque en una avenida en Tiannanmen, la canción ha cambiado totalmente para mi. Nosotros no encendimos el fuego. Ya estaba cuando llegamos. Pero nadie, absolutamente nadie hace algo por evitar que el fuego consuma vidas. Todos creen que “el show debe continuar”. Y por suerte alguien como Cannonli, se dio cuenta que en algún momento debemos decir basta y poner a las personas por encima del espectáculo y del negocio. Porque si no lo hacemos podrá llegar el día en que no solo no lamentemos una muerte, sino que nos quejemos porque los pilotos no pudieron hacer el show que todos esperábamos porque estaban mal anímicamente.

Ojalá algunos entiendan que el show debe continuar, pero que para ello ocurra los actores deben estar vivos.

We Didn’t Start The Fire

Edouard Bruylant, David Whitworth, John O´Driscoll, Darío Ambrosini
Dave Bennet, Leslie Graham, Ernie Ring

Gordon Laing, Dennis Lashmar, Derek Ennett, Robert Colombo
Adolfo Covi, Peter Ferbrache, Bob Brown

Ron Miles, Hans Schuld, Marcelin Herranz, Roland Föll
Vernon Cottle, Toshio Fujii, Werner Daubitz

Johann Attenberger, Rolf Schmid, Bill Lvy
Christian Ravel, Gilberto Parlotti, Renzo Pasolini

We didn’t start the fire
It was always burning
Since the world’s been turning
We didn’t start the fire
No we didn’t light it
But we tried to fight it

Jarno Saarinem, Paolo Tordi, Otello Buscherini
Ulrich Graf, Giovanni Ziggiotto, Michel Rougerie

Iván Palazzese, Ricardo Galvagni, Patrick Pons, Malcom White
Michel Rougerie, Iwao Ishikawa

Michel Frutschi, Norman Brown, Peter Huber
Kevin Wrettom, Alfred Heck, Ivan Palazzesse, Nobuyuki Wakai

Simon Prior, Daijiro Kato, Shoya Tomizawa
Marco Simoncelli, Luis Salom, Jason Dupasquier…

We didn’t start the fire
It was always burning
Since the world’s been turning
We didn’t start the fire
No we didn’t light it
But we tried to fight it

Nota: La canción nombra a un argentino: Juan Perón. Y al reemplazar el nombre puse el de Ricardo Galvagni, muerto el 25 de Junio de 1955 en Nürburgring en los entrenamientos para el Gran Premio de Alemania

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Long Jedi Way Up

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(La diferencia entre un Jedi de cine y los de verdad)

Luego de ver los once Episodios de la Serie que Ewan McGregor ha protagonizado en AppleTV, me ha quedado la firme convicción de que el viaje ha sido una hermosa aventura para ellos y un producto bastante descuidado para nosotros.

Ellos la pasaron bien. Ganaron mucho dinero, se convirtieron en los primeros en hacer ese viaje en motos eléctricas y nos mostraron “cuan aventureros son” sin vivir aventura en ningún momento y sin siquiera “correr riesgos”.

Los vehículos
Para ellos el viaje comenzó muy mal. Desde el primer momento aprendieron de mala manera que las baterías con el frío no se llevan bien. Sus pack no lograban cargar, los cargadores detectaban el comportamiento anómalo de éstas y se desconectaba automáticamente, las motos debían “dormir dentro” y apenas las sacaban se enfermaban de “baja duración” por las bajas temperaturas y sensores que enloquecían. Y claro… el lector dirá “pero todos sabemos que las baterías con el frío no rinden”. Bueno. Parece que en Milwaukee nunca les preocupó eso porque no están pensando en que su target de ventas sea a personas que requieran «el 100% de autonomía” en días fríos. Ellos tienen sus clientes en las cálidas rutas de la Costa Oeste de los EEUU, en las paradisíacas playas de los Emiratos… Livewire es un producto maravilloso y para mí la mejor apuesta que Harley Davidson hace a futuro y seguramente se convertirá en una de las mejores motos eléctricas del futuro. Pero por ahora será un producto “para días soleados” o cortos paseos si hace frío. Así que no difiere en nada de la gran masa de clientes de la marca.

Las baterías, los sensores y el frío nunca se han llevado bien

Por su parte, las Rivian estuvieron todo el tiempo “ocultas”. El guion lo requería, era un viaje “de motos” y entonces las pickup debían estar fuera del foco principal de la Serie (pero no mucho porque pusieron muchísimo dinero) y para mí se convirtieron en las grandes protagonistas. Rivian demostró 2 cosas: La principal es que su producto será excelente. La otra es que tienen la misma visión de negocios que tuvo Tesla al “plantar” una red de estaciones de carga en sus “rutas preferidas”. Rivian sembró (en todo el año previo a la partida) la cordillera de los Andes desde El Paso (MX) hasta Ushuaia (ARG) con estaciones de carga. Desde pequeños locales hasta “casas de familia”. Lugares clave para asegurar las dos cosas que una pickup eléctrica requiere: Distancia entre estaciones de carga y el Amperaje necesario para hacerlo en forma “mediana-rápida” (en algunos casos se limitaron a solo un par de protectores diferenciales con los conectores especiales y a depender de la calidad de la tensión de línea). Porque “cargar una pickup” no es lo mismo que “cargar una moto”. Y si bien las Rivian demostraron que pueden ser cargadas hasta mediante el sistema de freno regenerativo (que te permite recargar remolcado por otro vehículo). Las Harley Davidson sufrieron y penaron demasiado.

Pese a un feo golpe en una, las Rivian demostraron ser excelentes

Finalmente toda la logística se completaba con una muy querida Sportster (que aparentemente se portó de mil maravillas pese a ser “el burro de carga”). Un par de furgones de gran espacio (en muchas tomas se ven ambas MB Sprinter, una negra y una blanca), siempre un par de vehículos livianos que se utilizaban para tareas de Producción y que por lo general iban “un día delante”, Hubo en algunas parte del viaje un camión de gran porte cargando un enorme grupo electrógeno de apoyo. Un par de pickups de apoyo, aviones rentados, barcos rentados y hasta un “Bus escolar” adquirido y modificado especialmente.

En resumen, los vehículos y la logística de apoyo solo pueden estar presentes en una Producción de varios millones de Dólares de costo como ésta. Y ningún viajero jamás dispondrá de ello

El Viaje
Como comentaba comenzó muy mal. Seamos realistas. No creo que nunca hubieran pensado que el trayecto Ushuaia-El Calafate les llevaría 2 semanas, los obligaría a modificar totalmente sus ideas iniciales e incluso hasta a llevar junto a ellos al camión con el grupo electróneno alquilado, al haber fracasado la idea presentada en el primer Episodio de la “VAN-cargador”, que si bien todo el viaje estuvo allí presente, muy pocas veces se la ve en tomas y nunca la muestran “trabajando”.

Y acá me encuentro con una seria crítica que no se si hacerla al Productor, al Director, al Editor o a todo el Equipo: Los errores de continuidad son tan terribles que a momentos incluso ellos aseguran en el diálogo no ver a quienes viajan en las Rivian desde “hace mucho” y la toma es realizada a través de la ventanilla de una de ellas. Incluso en algunas ocasiones se puede ver el parante de la puerta y la sombra en la moto o el piso y hasta la pickup entera reflejada en los lentes de sol. En algunos momentos las tomas cenitales desde drone muestran a “las motos” y a varios metros algunos de los vehículos, mientras ellos dicen algo así como «no vemos la hora de encontrarnos con el resto del Equipo«. El audio demuestra claramente el trabajo en post-Producción, las imagenes no coinciden con las cámaras que ellos muestran. Llevan pequeñas cámaras SONY al costado de los cascos y en muy pocas oportunidades en toda la Serie vemos tomas reales de ellas. Incluso en un par de oportunidades usan “la captura de la cámara de casco” y de inmediato la de una cámara profesional montada en un gimbal electrónico y con lentes más aptas (Usaron también SONY y me pareció ver una Lumix en un par de ocasiones en una Rivian).

Los camarógrafos fueron verdaderos aventureros.


Y entonces me di cuenta de que la fórmula se repetía. Toma cenital o muy lejana desde drone, cámara que pasa por delante del casco (asomada desde un pickup que transita a la par), toma realizada desde trípode por un camarógrafo sentado en la caja de una pickup. Tomas de “diario personal” realizadas con OSMO Pocket que casi no se usaron porque si no el espectador comenzaría a darse cuenta que tardaron casi 4 meses… ¡¡¡Y casi nada más!!! Episodio a Episodio era mostrar muy poco, rellenar con la fórmula mágica de Hollywood (drama, acción, alegría). Y por supuesto tener una seguramente envidiable ganancia económica al final de un proyecto que, de por sí, fue vendido a una plataforma que no apunta al público masivo. A una que es “relativamente elitista”. Bueno, a una donde su público puede comprar una LiveWire o una Rivian (creo que finalmente, esa era la idea y los felicito por ello).

Y ello nos lleva a ponernos a pensar que si hacemos el viaje “de a trescientos Km por día”, no solo tardaremos mucho en llegar, sino que “costará mucho dinero” mantener todo ese Equipo humano en marcha. Alimentado, alojado, con médicos que viajaban junto a ellos, con los costos que todo eso implica. Pero lograron el producto.

Vemos a todo el Equipo en una parada en la Patagonia.

Claro, tal vez yo lo miro en una forma muy extrema. A ver… Me crié en la Patagonia. He andado por “la 40” muchas veces. En la actualidad poseo un automóvil eléctrico (híbrido) y ello me lleva a entender muchas cosas como que no puedo hacerme el loco cuando hace frío y esas cosas que el usuario pronto aprende (y que pareciera que todos los ingenieros de HD olvidaron). Y para colmo filmo para TV y “filmo sobre motos”. Eso me convierte en una persona que miró la Serie con otros ojos. Que no se dejó vender “lo bueno que fue todo” cuando ya en Perú una moto comenzó con serios problemas, de pronto casi no se la vio en la edición final del material de ese momento y en Ecuador debieron comenzar a llevarla a cuestas luego de una falla terminal que hizo que el computador que controla el estado de las celdas y del motor dijera “esta moto ha fallecido” y que los ingenieros de Harley Davidson dieran solo 2 opciones: Reemplazaran por una nueva, o que dejaran solo los barrales, el basculante y pusieran “todo lo demás nuevo”. Y así aparentar que “era la misma moto y solo la repararon un poco”. Lo cual cinematográficamente fue bien resuelto pese a que cuando uno se pone a pensar que si se cambia “todo” es solo para que no aparezca en cámara una nueva moto “ceroK” muy impecable a la par de la otra…

Pero lo solucionaron bien. La historia está bien narrada, vemos muy pocos minutos de “viajes” pero vemos muchos paisajes muy bonitos y hasta “bajan línea políticamente” de acuerdo a lo que a ellos les parece bueno que deban promocionar.

A momentos hasta la Sportster viajaba cargada.

Por supuesto de aventura no hubo nada, el viaje fue muy bien mostrado para que parezca que viajaban interminables horas al día, para que parezca que nunca nadie tuvo un desperfecto más allá de la Rivian que quedó rota sobre una enorme piedra y que “la magia de la tele” no nos dejó pensar en cuantos días tardaron en llegar los repuestos (así como no pudieron reparar la HD en Ecuador, Colombia ni Panamá pues evidentemente necesitaron muchos días para preparar los repuestos y enviarlos con los ingenieros hasta Costa Rica). No es una aventura que vos o yo podríamos vivir.

Y mientras veía los Episodios pensaba en todos los que hacen esa ruta. Pensaba incluso en varias personas que conozco personalmente que han hecho el viaje “hasta Alaska”. Viajeros que se fueron “solos”, y volvieron “solos”. Que viajaron inventando a cada metro su propia aventura y sin tener media docena de Productores que viajaban “delante de él allanando el camino”. Nunca tuvieron incluso “Despachantes de Aduana” preparando toda la papelería o una empresa como HD preguntando a cada minuto si necesitaban algo.

Si solo dejas las suspensiones y la transmisión…

Pero claro. Esos solo eran aventureros que viajaron en una aventura real y no en una aventura de Maestros Jedi. Estoy seguro que Ewan McGregor y Charley Boorman (hijo de un Director de cine) disfrutaron de esto tanto o más aun que cuando se filmaba alguna zaga de StarWars… Pero al igual que con el papel del Jedi, Solo nos vendieron una bonita y muy cara fantasía.

Y espero que ello no nos haga olvidar que existen muchos “Jedi”. Esos que viajan de Norte a Sur o de Sur a Norte todo el año por los mismos caminos. Esos que no tienen nada más que las dos ruedas que van debajo de ellos y el viento que les pega en la cara.

Los que son “verdaderos Jedi” y nadie nombra nunca… Y a ellos, mi homenaje.

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