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Mujeres al mando

Una pionera del motociclismo nacional

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En el mundo de las dos ruedas, el apellido Bonomi resuena en la historia grande. En esta oportunidad, María Bonomi nos cuenta como fueron sus inicios con las motos y sus particulares anécdotas.

Maria Bonomi

«Siempre me gustaron las motos, mi primer modelo fue una Gilera Macho azul  alrededor del año 1973, cuando las cuotas me salían 16,50 pesos de aquel entonces, y tenías que juntar las monedas. Me moría de frío cuando viajaba, porque obviamente manejaba en jeans, zapatillas y campera», recuerda María con nostalgia y frescura.

Sus primeros pasos en la actividad comercial, si bien fueron en las dos ruedas, no precisamente fue con las motos. «Mi trayectoria comercial inicia primero con una fábrica de bicicletas que se llamaban ‘Biciross’, pasaba a buscar en una camioneta Peugeot 404 a los chicos por el colegio y los llevábamos a la bajada de la calle Perú, en Martínez, para que probaran las bicis. Pertenecer al Team Bicicross para ellos era lo máximo. Mandé a hacer calcomanías y remeras con el mismo logo de la marca cuando no existía el merchandising. También hubo otras personas que hicieron pistas de lo que es hoy el BMX pero en el año 1976».

María, junto a su hermano Alfredo «El Yeti» Bonomi fueron de los primeros importadores en Argentina de importantes firmas europeas entre las décadas del ’70 y ’80 como Dainese, ApinStar, Fox, incluso antes que se abriera masivamente la importación. «Empecé a trabajar con las motos Montesa, al país venían las motos japonesas pero nosotros trajimos la marca europea y también los cascos Nava. Otras marcas que importamos al país fueron Dainese, Alpinestars, Fox, Cascos Rider, Cascos Nava, TGM, y de motos como SWM, GM, Aprilia, Maico y por supuesto Montesa.Tuvimos 32 concesionarios en todo el país, desde Salta hasta Ushuaia», rememora.

«Tuve la posibilidad de ir al Salón de la Moto en Milán, invitada por Nava, donde nos terminaron de dar la representación de la marca», asegura María. La relación con las marca era tan estrecha que hasta incluso les facilitaban los productos. «Recuerdo que no teníamos recursos económicos y Nava nos había dado cascos de muestras y elementos para poder armar el stand de Expomóvil», comentó sobre la feria del sector que se realizó en 1979 y 1981 en el Predio Ferial La Rural de Buenos Aires.

¿Cómo fueron esos inicios del motocross local y cómo te fuiste involucrando?

«Yo me paré un día a mirar las primeras carreras de motocross que se hicieron en La Rural, llamadas Rock y Motocross, o una algo por el estilo, donde corrían por ejemplo el ‘Pichi’ Bertoldo, ‘El Pomo’ Delviso, Claudio y Alejandro Pesce, etc. Era muy precario porque podías ver a los pilotos correr con jeans y las botas de cuero Marasco y Speziale, y la faja elástica que se conseguía en las farmacias».

«Mirando las condiciones en que corrían los pilotos me pareció que no podía ser que corrieran así, y cuando viajara a Europa tenía que traer cosas para protegerlos, porque no podían correr con esos calzados, un jean y un buzo. Ahí fue cuando viajé a Milán y Nava me recomendó que vaya a Dainese, y así fue que trajimos la marca».

¿Pero ustedes tenían pilotos oficiales internacionales también?

«En 1978 Montesa nos envío dos pilotos: Tomás Goinger y otro más, quienes corrieron en el Latinoamericano. Primero tuvimos como piloto en 1977 a Fernando Muñoz, campeón español de motocross, quien daba clases a otros motociclistas en la olla de Ezeiza, que era un lugar famoso. Después trajimos a un inglés, que vivió en mi casa como la mayoría de los extranjeros ya que no disponíamos de recursos para alojar los pilotos en hoteles».

Osea que eran mucho más que representantes en el país de esas marcas

«Incluso varios pilotos conocidos venían a solicitarnos que los apoyemos, como Juan “Manuelito” Fangio, el sobrino del quíntuple campeón de Fórmula 1, a quien mi padre lo auspiciaba en su auto de carreras y dado a esos éxitos, el sobrino quería repetirlos».

«Además de eso llevé a dos pilotos a correr a Europa: Charly Alué y “EL Gringo” Frangrote, con quienes estuvimos conviviendo en lo de Joël Robert, seis veces campeón del mundo. Robert vino dos veces a la Argentina, la primera que fuimos a Bariloche, donde dio clases de motocross, y otra vez que estuvo en Expomóvil. También traje a Michel Combés, Jean Claude Nowak, a otro belga y un norteamericano, es decir varios pilotos».

Tal vez muchos recordarán los Supercross de La Rural de los años ’90, en los que María estuvo detrás de ellos. «Me tocó organizar el stand, el evento, los sponsors, el marketing, ¡todo!», asegura.

Entre otras de sus importantes proyectos dentro de la actividad nacional, fue de las pioneras en traer al país nuevas modalidades. «Traje la modalidad del enduro al país cuando acá era desconocido. Tampoco nadie tenía idea de lo que era el trial, y de hecho traje a un piloto que se llamaba Felix Kranastover para que hiciera una demostración con su moto en una de las Expomóvil».

Pero sus innovadoras iniciativas dentro del mundo de las motos continuaron incluso hasta no hace mucho, entre 2004 y 2009 trabajó dentro de la organización del Enduro del Verano incorporando la ya «extinta» Carpa VIP para recibir a los pilotos y empresas del evento. Y como si todo esto no le alcanzara, se dio el lujo de asistir a la piloto italiana de cuatriciclos Camelia Liparoti durantes los Rally Dakar de 2009 a 2011. Maria Bonomi, toda una pionera del motociclismo nacional.

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Mujeres al mando

Una ruteada pintada de rosa

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Se llevó a cabo la Ruteada Solidaria organizada por Belén Couso, referente de Mujeres al Mando. Con una asistencia de m’as de 100 motos con algo rosa en la moto o indumentaria, se dirigieron desde Costanera Norte hasta Parque Roca visibilizando con este color la necesidad de actuar en prevención al cancer de Mama.

En el Parque Roca se juntaron con varios chicos a quienes le dieron de comer, tuvieron diversas actividades recreativas y les regalaron un juguete que dejaron en cajas al llegar al lugar de partida. Para todos los asistentes hubo bandas y food trucks. Una fiesta total.

Estuvimos allí en un día bellísimo y estas son las imágenes:

 

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Mujeres al mando

YPF Elaion Moto y Mujeres al mando se unieron para ofrecer una clínica de manejo

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La iniciativa está dirigida a mujeres y se propone acercarlas al mundo de las motos.

Belén Couso es la fundadora de Mujeres al Mando, una comunidad de mujeres motociclistas que desde hace 4 años viene impulsando el motociclismo femenino. Actualmente, esta comunidad es la más grande en Latinoamérica y cuenta con más de 20 mil seguidoras.

Belén señala que, históricamente, la moto fue un vehículo reservado para el género masculino. Por lo que muchas mujeres no se animan a subirse a una, y lo ven como algo muy lejano y hasta imposible.

Por ese motivo, YPF Elaion Moto se unió a Mujeres al Mando ofreciendo becas para las interesadas en participar de una clínica de manejo. En ella aprenderán conceptos básicos de manejo seguro e inclusión al tránsito.

“Nuestro gran propósito es que se sientan seguras y con el conocimiento fundamental para incorporarse a un ecosistema de movilidad seguro”, comenta Belén, “Queremos más mujeres en moto, darle acceso al aprendizaje y que se muevan cómo quieran, y nada más importante que una empresa como YPF nos acompañe en este proceso”.

Mujeres al mando se transformó en una actitud de vida para muchas; la moto las representa como un signo de fortaleza y movimiento.

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Mujeres al mando

Dama del viento

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Natalia Masip es una de las pocas pilotos femeninas de velocidad que hay en el país, puntana de nacimiento y desde hace varios años se mudó a Buenos Aires, planea convertirse en la primera mujer argentina en competir en la Isla de Man.

Natalia tiene un palmarés personal bastante particular, sobre todo vinculado a las expresiones artísticas y culturales que poco se relacionan con las motos. «La historia comienza hace rato, cuando allá por el año 1995 dejo el Teatro Colón -era bailarina becada durante los últimos cuatro años de su carrera-, tocaba el piano, enseñaba francés, danza contemporánea, tango, etc. como quien dice de la ‘escuela de señoritas'».

«Luego de esa etapa empiezo a correr en karting de alquiler, escapándome de mis viejos, porque no podía conseguir dinero para competir ya que nadie sabía nada. Me empieza a ir bien, ganaba carreras muy seguido y me llaman para ofrecerme correr en varios lados. Comienzo a correr en autos, siempre me gustaron las motos pero como yo vengo de San Luis allá se corría motocross o nada, porque no había motociclismo de velocidad. Si bien el motocross me gustaba, practiqué un poco durante un tiempo, a mí me gustaba más la dinámica que daba la velocidad en pista. Yo sentía que la danza la pasaba a las motos, sentía que al volcar en una curva era como danzar arriba de la moto. En ese punto me sentía muy identificada», recuerda Masip sobre su cambio al deporte motor.

«Después de empezar a correr en autos en San Luis, vengo a Buenos Aires donde consigo un sponsor que lo tuve durante ocho años y corrí un montón con su apoyo, hasta que cambió el gobierno.  A todo esto se me da la posibilidad en Buenos Aires de tener mi propia moto. Me subo a la moto muy contenta  y cuando la estaba llevando al taller para que la revisen me accidente a 160 km/h contra un guarda raíl. Recuerdo que esperaba una explosión y que se terminara el juego. En eso que la moto venía rebotando en el guarda raíl conmigo arriba, me pega en la espalda y me tira al asfalto. La moto se fue abajo del guarda raíl y a mí me salvó porque me hizo ‘lijar el asfalto’. El accidente me dejó la cadera marcada, hematomas por todos lados y tres hemorragias internas», relató Natalia sobre lo sucedido hace tres años atrás.

Este accidente provocó que Masip tuviera miedo de acelerar todo tipo de vehículos y, cabe aclarar que además de autos y motos maneja aviones livianos, embarcaciones -es timonel de yates a vela y motor-, jet ski, cuatriciclos -incluso hace ochos en dos ruedas-, motocross, dragster y por si fuera poco también hizo windsurf y pesca embarcada.

«En la cama del hospital me dije digo ‘no puede ser, esto no puede quedar así’. Hasta ese momento no conocía a nadie del ambiente de las motos porque mi ambiente era todo de autos, me llamaron para probar autos de TC Mouras, TC Regional, Top Race, de todos lados. Pensé cómo hacía para meterme en ese ambiente de las motos que están diferente, como el agua y el aceite», detalló la puntana.

«Se me ocurrió buscar ‘campeones argentinos de motos’ en internet, me aparece en la categoría 600 Marcos  Gioiosa, entonces lo busco en Facebook y le escribo presentándome, para preguntarle si conocía alguna clínica de manejo para recomendarme porque había estado viendo unos videos de España y tenían eso pero en Argentina nunca había escuchado. Me responde contándome los Track Days que realiza Leo Chiara para empezar. Mi regreso arriba de la moto fue a no más de 80 km/ y con un medio terrible, temblaba! Entonces llamo a Marcos y le cuento lo que me pasaba, él me respondió que eso se llama DRS, que mirara tutoriales y que me quedara tranquila que ya se me iba a pasar».

«Después vuelvo a ir a una clínica de Leo, al que previamente le conté lo que me había pasado y que me costaba acelerar. Pero como soy perseverante insistí y con las vueltas empecé a recuperar la confianza y volver a entrar en ritmo. Luego de eso realizo un viaje a Ushuaia con mi pareja en RVM Tekken 250. Cuando vuelvo paso por Neuquén donde veo a Armando Colomo, quien me beca en su escuela y empiezo a tomar clases con el resto de los pilotos. Mejoré un montón, empiezo en las carreras de Neuquén subiendo al podio ya en mi primera competencia. A partir de ahí ya me sentía más segura, ya que después del accidente me había generado muchísima inseguridad», aseguró Natalia.

Los progresos de la piloto todo terreno le posibilitaron hacer sus primeras incursiones en el road race. «Un día Armando me cuenta que todos los años iban a hacer la cordillera y me propone correr a mí, yo sabía que corrían él, David Paredes, Martín Hessler, todos campeones argentinos. Acepté, el viaje fue una locura, 1000 kilómetros de paisajes impresionantes con 25 pilotos bordeando la cordillera. Un sueño».

Pese a tener que pasar por una operación de urgencia por un problema de salud ni bien regresó a Buenos Aires luego de la experiencia en Neuquén, Masip no tardó mucho en volver a subirse a la moto. «Me dan el alta, y a la semana me llaman de Santa Fé para invitarme a un test ride de Suzuki, voy con mi moto y cuando llego me filman un poco andando y me hacen una entrevista. En eso me acerco a Hugo Varela y le digo que iba a probar la otra moto después porque estaba recién operada, todavía tenía los puntos y me los sacaban la semana siguiente. Pegué una onda terrible con toda la gente de Suzuki, me invitaron al MotoGP, almorcé con los pilotos e hice el test ride y acepté, ahí empecé a entrenar nuevamente».

Luego de volver a la ‘normalidad’ Natalia fue invitada a participar del road race más famoso del mundo, el Tourist Trophy de la Isla de Man, con lo cual hasta su estilo de manejo tuvo que empezar a moldear nuevamente. «Empiezo a hablar con David Paredes y otro chico que me explicaban que no era lo mismo entrenar en un circuito para la Isla de Man que entrenar en la calle. Son dos cosas diferentes porque allá iba a correr en la calle y se maneja de otra manera porque hay paredones, precipicios y había que prepararse para esos factores sorpresas. A partir de ahí empezamos a hilar más fino por ese lado. Ahora ya estamos arriba de los 300 km/h en caminos complicados, ya estoy afilada».

Lamentablemente, debido a la pandemia por el brote de Coronavirus COVID-19, el tema de la Isla de Man quedó para el año que viene, «es una pena porque venía realizando muchos entrenamientos semanales y en montaña. Ahora todo esto me cortó porque a la montaña no puedo ir a entrenar», se resignó la piloto de San Luis.

En el proyecto de la Isla de Man, Natalia está ni más ni menos que con Walter Córdoba y David Paredes, los dos argentinos que se animaron a desafiar la carrera más extrema de velocidad en dos ruedas. «Si no se da el año que viene esperaré al otro, lo bueno que tengo edad para eso, hay pilotos de esa edad: 40, 42, 45 años que son jóvenes. Con mis 37 años sé que tengo todavía tiempo para ir. Mientras voy a hacer el Campeonato Bonaerense de Velocidad y el MV Sur de Armando Colomo«, agregó la piloto que asegura nunca haberse olvidado de acelerar.

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